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viernes, 17 de octubre de 2014
La noche y sus entresijos
martes, 7 de octubre de 2014
Milano è grigia.
Y es que Milán es una ciudad gris. La míres por donde la míres. De arriba a abajo, de izquierda a derecha, no se salva nada ni nadie.
Después de una semana en territorio lombardo, ya he empezado a esbozar una sonrisa cuando el sol ilumina los charcos. Si, charcos, porque no se si será porque riegan los adoquines, o porque el agua emana entre las grietas del subsuelo, o porque llueve cuando nadie le ve. El caso es que por A o por B las calles solo están secas debajo de los soportales.
No puedo decir que llueve siempre, o todos los días. Pero es esa actitud amenazante de diluvio que te inflige un cielo gris tupido la que te hacer dudar si sacar el paraguas o la canoa. Es esa fina lluvia que mientras crees que te acaricia, te cala hasta lo más profundo del alma. Es un constante gris nuboso sobre el skyline norteño, que a la noche torna en una bruma espesa digna de cualquier novela de Sherlock Holmes.
La noche, otra gran incomprendida entre las cualidades italianas, pero eso ya es otro post.
Mientras tanto, paso bloques y bloques en autobuses gratuitos para llegar al campus industrial. Y es que ya podréis adivinar de que color es cada uno de los edificios de entre 5 y 10 pisos que acogen, afinados entre sus muros, a los que serán mis vecinos los próximos dos años.
JG dixit
miércoles, 1 de octubre de 2014
Primeros pasos.
Aún así todavía puedo decir que todo ha ido sobre ruedas. Y eso ya es mucho decir dada la velocidad que rige la vida en italiano. Efectivamente, viven en "Slow Motion". Ya puedes armarte de paciencia que hasta para servirte un café necesitan 10 minutos. Eso sí, el café es magnífico.
Nada me hacía sospechar la primera tarde, cuando en apenas una hora tenía ya mi tarjeta de teléfono italiano, indispensable para sobrevivir. Primer objetivo, cumplido.
Y llega el Lunes, donde gracias a la seguridad de la Banca Online casi me quedo sin las llaves del piso. Puedo dormir en la calle, pero eso sí, mis ahorros estarán a buen recaudo en sus unidades virtuales. Suspiramos y seguimos. Y es que no hay nada más descorazonador que una nevera vacía. Bueno sí, una copa sin hielos, pero eso tiene peor solución. Tan desoladora era la imagen que volví a los brazos de mi habitación de hotel para disfrutar en ella de una segunda noche.
No se como debí organizarme el día de ayer que al final acabé en un Decathlon buscando sabanas. Y como he ido haciendo hasta hoy, tan pronto buscaba sábanas como me acordaba que no estaría mal llenar la despensa. Y eso implica buscar un sitio donde tengan con que llenarla. Y amigos, resultó que ese sitio no estaba precisamente cerca. Después de cruzar Milán cargado como una mula con remolque, he buscado y buscado remedios, ya os los contaré a su debido tiempo.
El caso es que aquí me encuentro, tras una siesta de dimensiones épicas, a falta solo de unas sábanas y unas toallas para estar oficialmente instalado. Y es que Ikea, siguiendo sus costumbres, solo instalan sus tiendas a mas de 20km del centro de cualquier ciudad, y aquí no van a ser menos. Podría haber solucionado ese "Match Ball" esta mañana, pero como ya os he dicho, aquí la gente se mueve a velocidad x0,3 y la administración pública atiende a dicha premisa.
Y es que tras planchar la cara contra la almohada (sin funda) alrededor de las 6 a.m. esta mañana, a las 10 estaba en la oficina de turno para obtener un documento indispensable para ser alguien en Milan, el codice fiscale. Y si me lo hubieran dado, pues todavía hubieras merecido la pena dormir sin sabanas, pero noooooo, no me lo iban a dar la primera, quien me creo yo que soy.
Así que volveremos mañana a seguir dando calor, pero esta vez más temprano. Y es que no voy a cometer el mismo error que ayer. Esta noche, en vez de volver a casa a las 6 de la mañana, voy a ir directamente a la oficina, para no esperar cola. Y así además no vuelvo a dormir sin sábanas. Dos pájaros de un tiro.
JG Dixit