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sábado, 9 de enero de 2016

QUE NADIE TE CUENTE EL FINAL

(Este post debió haber visto la luz el 31 de Julio de 2015, pero por diversos motivos quedo traspapelado en la basta memoria del ordenador...)



“El erasmus va a ser la mejor experiencia de tu vida”


Da igual el destino, el año o la universidad. No he conocido todavía a nadie que me haya desaconsejado estudiar fuera. Pero tampoco hay nadie que me haya contado lo difícil que es terminarlo y volver a casa.

Cierro la primera parte, he despedido a más personas de las que puedo acordarme, y sin embargo sigo sintiéndome rodeado de todas ellas. Es difícil hacerte a la idea de que a muchas es posible que no las vuelva a ver. Quizá no han sido amigos cercanos, pero han formado parte del entorno y ambiente de mi paso por esta ciudad, por este país. Al resto, a los que sé que volverán a cruzarse en mi camino, a quienes han cenado conmigo más que algún familiar, a los que han compartido noches, copas y muchas risas durante más noches que tiene el mes, a esos que me han hecho la vida en Milán como un paseo por un camino de rosas, incluso a aquellas con las que he tenido la fortuna de compartir algún amanecer, a todos vosotros, os quiero dar las gracias por haber convertido una ciudad en una experiencia única.

Gon, Lomas, Barri, Nach, Urbi, Jose, Patri, Berta, Pacuco, Rita, Ines, Jandro, Naz, Andrea, Marianna, Filipe, Cartero, Chema, Joserra, Manu, Vic, Airam, Santi, Hector, Miguelillo, Guille, Edu, Pascal, Tucci, Ermanno, Abraham, Mou, Carlos, Jeff, Bea, Lucia, Alejandra, Jesús, Marc, belu, Ian, Michele, Dj arda, Gigi, Juankar, Peppe, Xavi, Goncive, David, Sam, Celia, Edra, Marta, Mar, Anna-Maria, Kike, Michela, Enis, Paolo, Cosenza, Primo, Poretti, Loris, Flavio, Capacci, Scarcia, Nour, Melanie, Alessandra, Max, Testa, Simone, Piero, Gambera, Costa, Marianna, y todos los demás cuyos nombres no consigo recordar ahora, pero que también se pasean entre los recuerdos que me llevo de vuelta. Muchas gracias por evitar que Milano hubiera sido una ciudad sin más. Muchas gracias porque culpa vuestra son estos recuerdos que golpean mi memoria como la más intensa de las lluvias que hemos compartido resguardados en la plaza dei mercanti o en el tejadillo enfrente de The Beach. Si vuestro nombre no he alcanzado a escribirlo, por favor, no me lo tengáis en cuenta. Si en alguno momento os veis con la necesidad de hacer una parada en Milano o Madrid, quiero que el primer timbre que hagáis sonar sea el mío.


“Perché Milano siamo noi”


Vuelvo a Madrid, y estas sensaciones, que supongo todos vosotros habéis sentido antes o después, son a la par preciosas y horribles. Es esta parte la que nadie te cuenta.

Y como la mejor de las películas, que nadie os lo cuente.


JG Dixit. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Vive ahora, que los minutos se evaporan


Tiempo perdido es tiempo que no se valora
tu vive ahora, que los minutos se evaporan.
La vida pasa y he vuelto a olvidar la hora
entre sorbos de Barceló y la gente de banda sonora.

Busco evasivas, la gente que se me olvida,
estoy listo pa' luchar, para pasar a mejor vida.
Dejo la vida solo para disfrutar del previo paso,
frente a la brisa del mar y respirar.

Tiempo perdido es tiempo que no se valora
tu vive ahora, que los minutos se evaporan.
La vida pasa y he vuelto a olvidar la hora
entre sorbos de Barceló y la gente de banda sonora.

Sigo perdido en una mirada que he visto hace un segundo 
y si no la vuelvo a encontrar yo me derrumbo.
Tanto tiempo navegando sin un rumbo
que al final llegaré a donde me quiera llevar el mundo.

Voy poco pendiente de las cosas que preocupan,
lo siento mama, no se, las distracciones que me ocupan.
He pasado el día entre las masas que se agrupan
para gozar del buen tiempo, la fiesta y la buena música.

Tiempo perdido es tiempo que no se valora
tu vive ahora, que los minutos se evaporan.
La vida pasa y he vuelto a olvidar la hora
entre sorbos de Barceló y la gente de banda sonora.

Nadie capaz de domar alma tan inquieta
no puedo vivir encerrado entre tantas cuerdas que me aprietan.
Busco una solución, tus labios me deleitan
con algo de ron añejo dejo atrás toda revuelta.

Tiempo perdido es tiempo que no se valora
tu vive ahora, que los minutos se evaporan.
La vida pasa y he vuelto a olvidar la hora
entre sorbos de Barceló y la gente de banda sonora...


'Anónimo'

martes, 14 de abril de 2015

Polimi, la universidad italiana.


Si hace tiempo os di un pequeño paseo por las calles de mi universidades, esta vez quiero compartir las diferencias del sistema italiano.

Vamos a ser sinceros, podría dar rodeos pero acabaría antes o después en lo que más llama la atención. El número de convocatorias 'anuales' por asignaturas. ¿Dos como en España? Aquí por fin se ve que los profesores también han sido alumnos. Aquí también hay dos exámenes, pero por 'convocatoria'. Si si, habéis entendido bien. Llega Febrero, haces tus exámenes finales, y si alguno no ha ido como esperabas, 15 días después se vuelven a repetir todos. Lo mismo para Julio y Septiembre. Y además algunos profesores piensan que deben ayudarnos un poco más dada la escasez de convocatorias y añaden alguna mas en Mayo para el primer cuatrimestre y en Noviembre del año siguiente para las del segundo.

Vamos a hacer números, porque al final os van a salir entre 6 y 8 convocatorias de una sola asignatura, ¡Al año! Joder, si en ICAI no he necesitado más de 5 convocatorias para todas las asignaturas (aunque claro, 5 convocatorias españolas son 3 años de matrícula). ¿Pues no será tan difícil no?

Es cierto, no es tan difícil, pero aquí juegan en otra liga. Si no os lo comente y no conocéis como funciona aquí el sistema de calificaciones os lo resumo. La nota se calcula sobre 30, lo que equivaldría a nuestro 10, pero el aprobado se fija en el 18, no el 15 como cabría esperar.

Dada la cantidad de oportunidades para aprobar casa asignatura, el objetivo es el 30. aprobar es para los erasmus. Tampoco voy a poner pegas. Pero la competitividad entre italianos es altísima. Son capaces de rechazar notas de 26 o 27 con tal de presentarse al siguiente examen para aspirar al 30. Y esa es otra cosa que llama la atención. Puedes rechazar una nota. Vas a tu examen, lo haces, apruebas, no te parece suficiente y la rechazas. Te vuelves a preparar a ver si la siguiente sale mejor. ¿De locos no?

De temas de asistencia no hablemos. Hay veces que incluso les haces un favor quedandote en casa en ciertos laboratorios. Es imposible meter a 180 personas en un edificio a hacer mediciones y que se enteren todos.

El tema de que un parte de la nota final requiera un examen oral también llama la atención. Por lo menos no es algo a lo que estuviera acostumbrado. Más extraño es cuando hablo mejor que el profesor (los exámenes son en ingles) o cuanto somos tanta gente que el examen oral se hace escrito ¿?¿?¿?¿?¿? Pues vale.

Si hasta aquí no os he sorprendido lo más mínimo, entonces es que habéis ido a curso por año. Sí no no me lo explico.




JG Dixit.

domingo, 11 de enero de 2015

La primera vez.


Nada como la primera vez. Y es que no siento lo mismo. No quiero decir que no me guste, pero como que las emociones no son las mismas.

Efectivamente, vuelvo a Milán después de casi un mes de Navidades. Un mes en el que literalmente no he parado salvo cuando estaba en la cama (aunque he de reconocer que no es que haya dormido poco).

Volví a Madrid el 19 de Diciembre. Y digo el 19 porque pese a aterrizar el 14 no me sentí en Madrid hasta terminar el examen el 19 a las 9 de la noche. La bendita asignatura ocupaba mi toda mi cabeza, aunque no todo mi tiempo. A partir de ahí me empecé a sentir como en vacaciones. Pero había algo más.

Volver a casa, encontrar cada cosa en su sitio, tener la comida caliente en la mesa y la ropa planchada mientras me dedicaba a ver a unos y otros me hacía pensar que venía de unas vacaciones en Italia muy largas. Haciendo las tareas de casa y demás pero sin muchas más obligaciones. Me he tomado la toma de contacto con Milán muy a pecho, no tanto con la universidad.

Y es que con Papá y Mamá se vuelve rápido a la buena vida, a la comodidad y confort de estar casa. Hasta tal punto que me daba pereza volver a Milán. Y es que claro, la primera vez todo son sorpresas, emociones nuevas, cosas por descubrir. Pero, ¡ay amigo! Ahora ya se a lo que vuelvo, y con el plus de tener que estudiar de verdad.

Bueno, vuelvo con eso y con kilos y kilos de equipaje. Mi idea de tratar de necesitar todo lo que quepa en una mochila ha perdido fuelle, y es que una tabla de snowboard, con sus correspondientes botas, casco y demás accesorios distan mucho de poder llevarse a la espalda. Cierto es que tampoco son cosas con las que no podría vivir. Bueno, iré mejorando ese aspecto poco a poco.

Ahora en el vuelo todo parece encauzarse. Me doy cuenta a donde vuelvo y porque lo he elegido. No solo es lo que quiero sino que además sé que es un buen camino. He salido de casa sin resignación y con más ganas que las que esperaba encontrar. La vida no llama a tu puerta y de despega las sabanas. Tampoco te limpia las legañas y te sirve un café. Y por supuesto no espera a que te arregles y decidas salir.

La vida pasa por tu puerta y si no has salido a buscarla ya es tarde. La vida quiere que te despiertes con las ganas con las que lo harías si fuera tu último día, que seas tú quien la espere en la calle, que la acompañes con la mejor de tus sonrisas incluso cuando le apetezca ponerte la zancadilla. En definitiva, que aprendas a disfrutarla porque es la única que tienes, no va a pasar una segunda vez.

Es la primera vez.

Y eso estoy haciendo.







J.G. Dixit

martes, 16 de diciembre de 2014

Vuelvo a casa.

Vuelvo a casa. Han sido dos meses y medio completamente nuevos. No me podría llegar a considerar una persona nueva, pero sí sé que no soy el mismo que se fue.

Quizá el hecho de que mi erasmus suponga la transición entre mi vida universitaria y mi futura vida laboral tenga mucho que ver. Van a ser dos años de aclimatación a la vida en solitario, y el principio ha sido prometedor.

Es por eso por lo que tengo aún más ganas de volver a casa. Estoy escribiendo desde el avión y todavía no sé cómo me comportaré en estas semanas de vuelta al nido. Puede que no me soporten ni mis gatas o simplemente puede que todo siga igual que cuando me fui, ya veremos. La libertad con la que me ha educado mi familia me hace decantarme por la segunda opción, además, mis gatas me quieren mucho.

Hacer el equipaje de vuelta a ‘casa’ también ha supuesto otro quebradero de cabeza. Pensaba llevarme una maleta vacía para luego llenarla de material de snowboard de vuelta a Italia y al final he tenido que sacar 2 kilos de la maleta. Los 4,5 Kilos de apuntes de regulación automática tienen mucho que ver, espero deshacerme pronto de ellos. Tampoco quiero hipotecar mi futuro.

Retomando mis tres primeras palabras, he aprendido rápido que es mi casa. Mi casa no es donde he vivido estos últimos años. No es un techo y 4 paredes en las que esconderse. Ahora tengo claro que mi casa es allí donde está mi familia, mis seres queridos, mis amigos y mis recuerdos. Vuelvo a seguir recogiendo un poco más de todos ellos, muy a sabiendas de que dejo otra gran parte de mi casa en Milán, donde en 2 meses y medio he llegado a conocer a gente lo suficiente para saber que no desaparecerán como la lluvia entre las grietas.

¿Vuelta a la realidad? Nada más lejos de la realidad. Realidad es tanto lo que vivo en Madrid como el erasmus en Milán. Realidad es cada segundo que vivo y disfruto como si fuera el último.

A todos los que formáis parte de ‘mi casa’, os agradezco que me dejéis compartir mis segundos con vosotros. Porque como una persona muy importante en mi vida me enseño,


                “No vivas tu vida para ser recordado, Vive una vida que siempre recordarás”




JG Dixit.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Tráfico y pasión.

Estaba tardando en dedicarle una entrada a mi pasión, coches y motos. Y Milán lo merece.
De otras capitales de Europa poco podría decir, en Inglaterra conducen al revés, el gusto por los coches de postureo en París, o que el 80% de los coches bávaros son de sus 4 grandes fabricantes y que las "autobahn" no tienen límite de velocidad. En Milán todo llama la atención, desde el sistema de transporte público hasta el amor que sienten aquí por sus 'macchina'.

Empieza por sorprender el entramado de cables que sobrevuelan la mayoría de las vías públicas. Dada la alta contaminación del centro, no sólo la enorme red de tranvías usa ese tendido, además han convertido los autobuses para que puedan funcionar en modo eléctrico. Si van por rutas sin tensión, arrancan el diésel y listos. Un magnífico ejercicio de diseño electromecánico.

Dado que tanto tranvías y autobuses están conectados al cielo, deben seguir una ruta determinada dentro de la ciudad. Una ciudad que, no olvidemos, comparten con coches y motos. Y de ambos hay muchos. He tenido la oportunidad de conducir a través de esta peculiar ciudad y no es cosa fácil. No hay carriles,ya que los raíles de los tranvías no se ajustan a ellos. hay isletas en medio de las calles donde paran autobuses y tranvías, que van por el centro de la calle dada su condición. Hay que estar atento de no meterte donde no te toca a riesgo de quedarte atascado entre dos autobuses. Mil ojos a los peatones, que tal y como acostumbran aquí, se tiran a la carretera como si no hubiera un mañana. Atención también para las motos, que si en Madrid te molestan, aquí son hormigas entre la hierba.

Y llega la noche y con ella quizá el suceso que más me ha sorprendido desde que llegué aquí. Es algo que no alcanzo a entender. No se si les hace más civilizados o más cavernícolas, lo dejo a vuestro juicio. A partir de medianoche, todos los semáforos de los cruces se ponen en ámbar parpadeante, en todos los carriles, con el objetivo de no hacer esperar a nadie en un semáforo si no viene nadie por la otra via. Eso significa 'pasa con cuidado, bajo tu propia responsabilidad'. También significa, 'puedo pasar como si no hubieras cruce'. Y lo mismo se aplica a los peatones. No hay más palabras señoría.


Tras sobrevivir al tráfico, he empezado a fijarme en el parque móvil italiano. También es algo que a cualquier amante del automóvil le saca una sonrisa. En general no hay lugar a la lógica, a la decisión inteligente, a la búsqueda de fiabilidad o eficiencia. No, aquí la gente se compra un coche con el corazón, hace caso a lo que sienten y no a lo que necesitan. Y eso me gusta. He tenido ocasión de fotografiar muchos de ellos









Y otros tantos que no he podido fotografiar entre los que se encuentran un Ferrari F12, un par de Gallardos y un Murciélago, Maseratis en abundancia, y un montón, pero un montón de alfa romeo giulietta quadrifoglio verde. Para que os hagáis una idea, es el sustituto aquí del Golf GTI, del cual todavía no he visto ninguno.

En lo que a motos se refiere, igual, barren para casa y tiran de pasión. Ducati Monster es la reina de las calles, a la que le siguen un buen numero de Supermotards de alta cilindrada tipo KTM Supermoto, Aprilia dorsoduro, ducati hypermotard, yamaha XTR, y bastantes streetfight rollo Triumph SpeedTriple o Kawasaki Z. Motos puramente divertidas, sin ningún uso práctico más que el de pasarlo bien.

Da gusto ver que quedan personas apasionadas, con sentimientos y emociones, que buscan disfrutar al volante antes que preocuparse del precio de la gasolina, de si cabe la abuela o de si pueden subir bordillos. Como no, tenía que ser en Italia.



JG Dixit.



P.D. Rena, Jose, por este año pase, pero el año que viene no me pierdo el salón internacional de la moto de Milán, ya podéis ir reservando fechas,,,





jueves, 6 de noviembre de 2014

Bienvenido a la universidad pública

He empezado a ir a la universidad. A la universidad pública. Si eres de los que ya la habéis sufrido o la estáis sufriendo, no perdáis el tiempo, tenéis mi más sincero reconocimiento. En serio, es casi una asignatura más cada año sobrevivir en ella. No sigáis leyendo, aprovecha este tiempo en algo que no pudisteis hacer mientras deambulabais como pollos sin cabeza en vuestro campus.

Porque como habréis podido intuir o muchos ya sabéis, estudio, bueno, he estudiado en un universidad privada. No solo eso, mi colegio también era privado. Y no lo digo con vergüenza, he disfrutado de una magnífica educación y de unos compañeros y profesores aún mejores (siempre hay excepciones).

Un edificio, 5 plantas, todo numerado y clasificado, clases del tamaño de mi habitación, un comedor buenísimo así como sus camareros, servicio de reprografía,  ordenadores siempre a disposición, etc. Y todo ello en el centro de Madrid.

Adiós a todo eso, esto es el politécnico di milano. 3 campus dentro de Milán, más de 50 edificios,  más de 150 pisos y más de 600 aulas. Y te sueltan en la entrada, buena suerte.
Sin un mapa, un horario o unas directrices. Bucea en la web y a ver que encuentras. Y si todo estuviera medianamente ordenado, todavía. Pero no, estudia aquí pero haz papeleos allí, come por allá pero fotocopia por acá.


Máquinas de café y microondas adornan las paredes de cada piso. Mesas por los caminos entre edificios.

Hablemos de los edificios del nuevo campus de ingeniería. En palabras de mi compañero 'barri':
'bienvenidos a bricomania, hoy vamos a construir una universidad con más de 150 años de experiencia. Buscamos un complejo industrial con 25 naves, pintamos las vígas de colores llamativos, hacemos una separación mediante muros cortina y finalmente tíramos bancos y mesas corridas en cada habitación. No nos importa la distancia entre silla y mesa, total no se van a poder mover. Podemos adornarlo con pizarras y proyectos a nuestro antojo. Con esto ya tenemos terminada nuestra universidad de prestigio.'


Aula LM.3, aula L.09, aula CT62.1... Después de descubrir que no necesitas una máquina enigma para descifrar donde esta tu próxima clase, te das cuenta que el edificio que te toca esta a 10 minutos de donde te encuentras. Y por díos que no te entre ganas de comer y de hacer fotocopias. De mear y/o beber café no te preocupes, que en cada planta, incluso en los talleres hay siempre un baño y una máquina de café. Y es que aquí el café se lo beben como agua (con gas claro), pero eso ya pertenece al post de gastronomía.


Estábamos con las fotocopias. Si en mi universidad estaban en la primera planta, al lado de los ordenadores, en un sitio de fácil acceso, a mano de cualquier punto del edificio, aquí es todo lo contrario. Al final de la universidad, al final del polígono, al final. Donde ya pierdes la esperanza de encontrar vida, donde las ramas de los árboles cubren los edificios, donde tus pasos resuenan como ecos en la niebla, allí al fondo, en el rincón que el de arriba se olvido de rellenar, una vez allí.... Hay un comedor. Pues es debajo de ese comedor donde se ubica el agujero oscuro de las fotocopias o CUSL.

Y después tienes que volver a clase, buena suerte.


JG Dixit