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martes, 16 de diciembre de 2014

Vuelvo a casa.

Vuelvo a casa. Han sido dos meses y medio completamente nuevos. No me podría llegar a considerar una persona nueva, pero sí sé que no soy el mismo que se fue.

Quizá el hecho de que mi erasmus suponga la transición entre mi vida universitaria y mi futura vida laboral tenga mucho que ver. Van a ser dos años de aclimatación a la vida en solitario, y el principio ha sido prometedor.

Es por eso por lo que tengo aún más ganas de volver a casa. Estoy escribiendo desde el avión y todavía no sé cómo me comportaré en estas semanas de vuelta al nido. Puede que no me soporten ni mis gatas o simplemente puede que todo siga igual que cuando me fui, ya veremos. La libertad con la que me ha educado mi familia me hace decantarme por la segunda opción, además, mis gatas me quieren mucho.

Hacer el equipaje de vuelta a ‘casa’ también ha supuesto otro quebradero de cabeza. Pensaba llevarme una maleta vacía para luego llenarla de material de snowboard de vuelta a Italia y al final he tenido que sacar 2 kilos de la maleta. Los 4,5 Kilos de apuntes de regulación automática tienen mucho que ver, espero deshacerme pronto de ellos. Tampoco quiero hipotecar mi futuro.

Retomando mis tres primeras palabras, he aprendido rápido que es mi casa. Mi casa no es donde he vivido estos últimos años. No es un techo y 4 paredes en las que esconderse. Ahora tengo claro que mi casa es allí donde está mi familia, mis seres queridos, mis amigos y mis recuerdos. Vuelvo a seguir recogiendo un poco más de todos ellos, muy a sabiendas de que dejo otra gran parte de mi casa en Milán, donde en 2 meses y medio he llegado a conocer a gente lo suficiente para saber que no desaparecerán como la lluvia entre las grietas.

¿Vuelta a la realidad? Nada más lejos de la realidad. Realidad es tanto lo que vivo en Madrid como el erasmus en Milán. Realidad es cada segundo que vivo y disfruto como si fuera el último.

A todos los que formáis parte de ‘mi casa’, os agradezco que me dejéis compartir mis segundos con vosotros. Porque como una persona muy importante en mi vida me enseño,


                “No vivas tu vida para ser recordado, Vive una vida que siempre recordarás”




JG Dixit.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Tráfico y pasión.

Estaba tardando en dedicarle una entrada a mi pasión, coches y motos. Y Milán lo merece.
De otras capitales de Europa poco podría decir, en Inglaterra conducen al revés, el gusto por los coches de postureo en París, o que el 80% de los coches bávaros son de sus 4 grandes fabricantes y que las "autobahn" no tienen límite de velocidad. En Milán todo llama la atención, desde el sistema de transporte público hasta el amor que sienten aquí por sus 'macchina'.

Empieza por sorprender el entramado de cables que sobrevuelan la mayoría de las vías públicas. Dada la alta contaminación del centro, no sólo la enorme red de tranvías usa ese tendido, además han convertido los autobuses para que puedan funcionar en modo eléctrico. Si van por rutas sin tensión, arrancan el diésel y listos. Un magnífico ejercicio de diseño electromecánico.

Dado que tanto tranvías y autobuses están conectados al cielo, deben seguir una ruta determinada dentro de la ciudad. Una ciudad que, no olvidemos, comparten con coches y motos. Y de ambos hay muchos. He tenido la oportunidad de conducir a través de esta peculiar ciudad y no es cosa fácil. No hay carriles,ya que los raíles de los tranvías no se ajustan a ellos. hay isletas en medio de las calles donde paran autobuses y tranvías, que van por el centro de la calle dada su condición. Hay que estar atento de no meterte donde no te toca a riesgo de quedarte atascado entre dos autobuses. Mil ojos a los peatones, que tal y como acostumbran aquí, se tiran a la carretera como si no hubiera un mañana. Atención también para las motos, que si en Madrid te molestan, aquí son hormigas entre la hierba.

Y llega la noche y con ella quizá el suceso que más me ha sorprendido desde que llegué aquí. Es algo que no alcanzo a entender. No se si les hace más civilizados o más cavernícolas, lo dejo a vuestro juicio. A partir de medianoche, todos los semáforos de los cruces se ponen en ámbar parpadeante, en todos los carriles, con el objetivo de no hacer esperar a nadie en un semáforo si no viene nadie por la otra via. Eso significa 'pasa con cuidado, bajo tu propia responsabilidad'. También significa, 'puedo pasar como si no hubieras cruce'. Y lo mismo se aplica a los peatones. No hay más palabras señoría.


Tras sobrevivir al tráfico, he empezado a fijarme en el parque móvil italiano. También es algo que a cualquier amante del automóvil le saca una sonrisa. En general no hay lugar a la lógica, a la decisión inteligente, a la búsqueda de fiabilidad o eficiencia. No, aquí la gente se compra un coche con el corazón, hace caso a lo que sienten y no a lo que necesitan. Y eso me gusta. He tenido ocasión de fotografiar muchos de ellos









Y otros tantos que no he podido fotografiar entre los que se encuentran un Ferrari F12, un par de Gallardos y un Murciélago, Maseratis en abundancia, y un montón, pero un montón de alfa romeo giulietta quadrifoglio verde. Para que os hagáis una idea, es el sustituto aquí del Golf GTI, del cual todavía no he visto ninguno.

En lo que a motos se refiere, igual, barren para casa y tiran de pasión. Ducati Monster es la reina de las calles, a la que le siguen un buen numero de Supermotards de alta cilindrada tipo KTM Supermoto, Aprilia dorsoduro, ducati hypermotard, yamaha XTR, y bastantes streetfight rollo Triumph SpeedTriple o Kawasaki Z. Motos puramente divertidas, sin ningún uso práctico más que el de pasarlo bien.

Da gusto ver que quedan personas apasionadas, con sentimientos y emociones, que buscan disfrutar al volante antes que preocuparse del precio de la gasolina, de si cabe la abuela o de si pueden subir bordillos. Como no, tenía que ser en Italia.



JG Dixit.



P.D. Rena, Jose, por este año pase, pero el año que viene no me pierdo el salón internacional de la moto de Milán, ya podéis ir reservando fechas,,,





jueves, 6 de noviembre de 2014

Bienvenido a la universidad pública

He empezado a ir a la universidad. A la universidad pública. Si eres de los que ya la habéis sufrido o la estáis sufriendo, no perdáis el tiempo, tenéis mi más sincero reconocimiento. En serio, es casi una asignatura más cada año sobrevivir en ella. No sigáis leyendo, aprovecha este tiempo en algo que no pudisteis hacer mientras deambulabais como pollos sin cabeza en vuestro campus.

Porque como habréis podido intuir o muchos ya sabéis, estudio, bueno, he estudiado en un universidad privada. No solo eso, mi colegio también era privado. Y no lo digo con vergüenza, he disfrutado de una magnífica educación y de unos compañeros y profesores aún mejores (siempre hay excepciones).

Un edificio, 5 plantas, todo numerado y clasificado, clases del tamaño de mi habitación, un comedor buenísimo así como sus camareros, servicio de reprografía,  ordenadores siempre a disposición, etc. Y todo ello en el centro de Madrid.

Adiós a todo eso, esto es el politécnico di milano. 3 campus dentro de Milán, más de 50 edificios,  más de 150 pisos y más de 600 aulas. Y te sueltan en la entrada, buena suerte.
Sin un mapa, un horario o unas directrices. Bucea en la web y a ver que encuentras. Y si todo estuviera medianamente ordenado, todavía. Pero no, estudia aquí pero haz papeleos allí, come por allá pero fotocopia por acá.


Máquinas de café y microondas adornan las paredes de cada piso. Mesas por los caminos entre edificios.

Hablemos de los edificios del nuevo campus de ingeniería. En palabras de mi compañero 'barri':
'bienvenidos a bricomania, hoy vamos a construir una universidad con más de 150 años de experiencia. Buscamos un complejo industrial con 25 naves, pintamos las vígas de colores llamativos, hacemos una separación mediante muros cortina y finalmente tíramos bancos y mesas corridas en cada habitación. No nos importa la distancia entre silla y mesa, total no se van a poder mover. Podemos adornarlo con pizarras y proyectos a nuestro antojo. Con esto ya tenemos terminada nuestra universidad de prestigio.'


Aula LM.3, aula L.09, aula CT62.1... Después de descubrir que no necesitas una máquina enigma para descifrar donde esta tu próxima clase, te das cuenta que el edificio que te toca esta a 10 minutos de donde te encuentras. Y por díos que no te entre ganas de comer y de hacer fotocopias. De mear y/o beber café no te preocupes, que en cada planta, incluso en los talleres hay siempre un baño y una máquina de café. Y es que aquí el café se lo beben como agua (con gas claro), pero eso ya pertenece al post de gastronomía.


Estábamos con las fotocopias. Si en mi universidad estaban en la primera planta, al lado de los ordenadores, en un sitio de fácil acceso, a mano de cualquier punto del edificio, aquí es todo lo contrario. Al final de la universidad, al final del polígono, al final. Donde ya pierdes la esperanza de encontrar vida, donde las ramas de los árboles cubren los edificios, donde tus pasos resuenan como ecos en la niebla, allí al fondo, en el rincón que el de arriba se olvido de rellenar, una vez allí.... Hay un comedor. Pues es debajo de ese comedor donde se ubica el agujero oscuro de las fotocopias o CUSL.

Y después tienes que volver a clase, buena suerte.


JG Dixit

viernes, 17 de octubre de 2014

La noche y sus entresijos

Como buen estudiante Erasmus, me he comportado bien y he cumplido mi cometido. Después de salir todas y cada una de las noches que llevo aquí,  veo de recibo describiros que pasa en Milán cuando se pone el sol a la hora de los valientes.

Milán es una ciudad cara, y el mundo de la noche no iba a ser menos. Lo siento por los italianos, pero están jodidos. Y digo los italianos, porque gracias a la fantástica disposición de nosotros los extranjeros por y para la fiesta, tenemos convenios con todas las discotecas según que día de la semana.

Empecemos por el principio, 'pre-game'. Milán acoge con suma gratitud a los alcohólicos en sus calles, eso sí, nada de cristales. El botellón esta permitido, total, cuando llegue el frío nadie se va a atrever a beber fuera de casa. Ahí es cuando aparecen los afortunados que vivimos en piso. Dado que somos estudiantes, nos engañan con los pisos y convierten los salones en otra habitación, por lo que los copeos por ende se trasladan a los pasillos (nadie se la juega a dejar beber en su cuarto).
Y dirás, ¿y luego como vas hasta los locales si bebes en casa?  Porque claro, el transporte público tiene el mismo horario que en Madrid, el último a la 1 y hasta mañana a las 6 no me vuelves a ver.  Aquí entra en escena una de las grandes sorpresas de estas semanas.



Como os comentaba antes, por ser de la ESN tenemos ciertas ventajas, siendo la primordial y más útil la de las discotecas. Somos unos cuantos privilegiados que entramos por 1 euro sin consumición, o por 10 euros con 2 o 3 consumiciones según el sitio. Tu, no te cueles, que eres italiano, para ti 20 pavos con una copa. Eso sí, para beneficiarnos de tan suculento caramelo tenemos que entrar antes de la 1. Ahí está el truco piensas, como en España ¿no? Pues si, salvo con un matiz. Y es que según pagas y entras, junto con las consumiciones te ponen el sello. Según te lo ponen, te das la vuelta y te largas a seguir con lo tuyo. La primera vez he de decir que me dio hasta vergüenza. Pero así es como funciona, están acostumbrados a los Erasmus.

Pasan las horas y se nos va acabando la bebida. Habrá que entrar a intercambiar estos papelitos por algo de beber. Bien, garrafón. Pero aquí le han dado la vuelta, el garrafón lo meten en la mezcla. Ron con Coca-Cola per favore. Aquí se estila el habana 5, no me disgusta. Hasta el segundo hielo en un vaso de cóctel si tienes suerte, si no de cumpleaños. ¿Coca-Cola has dicho? Agarra una manguera con botonadura, marca un código y del extremo empieza a salir un líquido a borbotones hasta llenar el vaso. ¿Que pides limón? Misma manguera. Lo mismo para la naranja.

Con la copa en una mano y ganas de moverte por los ríos que confluyen en el centro de la disco, empieza a estorbar la chaqueta que, hasta ahora, no he necesitado sacar de casa ni un día. Caprichos del tiempo, que también dará que hablar. Pero esto es Milán, aquí hace frío por definición. Prometo no volver a quejarme cuando en Madrid dupliquen el precio del ropero de 1 a 2 euros. Aquí saben hacer negocios. Dejar tu flamante abrigo invernal con el cual sobrevives a los botellones en pleno Enero te costará entre 5 y 10 euros, según la noche, el garito o el antojo del dueño del armario. Ahora presto más atención al parte meteorológico cuando salgo de fiesta que cuando salgo a navegar.

La noche avanza y con ella la fauna que habita en la pista de baile. Os puedo asegurar que si os secuestran y os meten en una discoteca italiana a partir de las 3 de la madrugada no te das cuenta de que estas en el extranjero. Los españoles somos los únicos habitantes de esa oscura franja horaria cuya banda sonora es el reggaeton. Si es que hasta el DJ en esas horas es español, para que nos sintamos como en casa. Que considerados.

Cierras, recoges tu abrigo, subes las escaleras, abres moovit, enganchas a 4 o 5 y ALÉ! para casa. Que mañana es viernes, toca Alcatraz.



JG Dixit

martes, 7 de octubre de 2014

Milano è grigia.

Y es que Milán es una ciudad gris. La míres por donde la míres. De arriba a abajo, de izquierda a derecha, no se salva nada ni nadie.

Después de una semana en territorio lombardo, ya he empezado a esbozar una sonrisa cuando el sol ilumina los charcos. Si, charcos, porque no se si será porque riegan los adoquines, o porque el agua emana entre las grietas del subsuelo, o porque llueve cuando nadie le ve. El caso es que por A o por B las calles solo están secas debajo de los soportales.

No puedo decir que llueve siempre, o todos los días. Pero es esa actitud amenazante de diluvio que te inflige un cielo gris tupido la que te hacer dudar si sacar el paraguas o la canoa. Es esa fina lluvia que mientras crees que te acaricia, te cala hasta lo más profundo del alma. Es un constante gris nuboso sobre el skyline norteño, que a la noche torna en una bruma espesa digna de cualquier novela de Sherlock Holmes.

La noche, otra gran incomprendida entre las cualidades italianas, pero eso ya es otro post.

Mientras tanto, paso bloques y bloques en autobuses gratuitos para llegar al campus industrial. Y es que ya podréis adivinar de que color es cada uno de los edificios de entre 5 y 10 pisos que acogen,  afinados entre sus muros,  a los que serán mis vecinos los próximos dos años.

JG dixit

miércoles, 1 de octubre de 2014

Primeros pasos.

Llevo cuatro días y todavía no tengo sábanas. No podría resumir mejor el tiempo que llevo en Milán.

Aún así todavía puedo decir que todo ha ido sobre ruedas. Y eso ya es mucho decir dada la velocidad que rige la vida en italiano. Efectivamente, viven en "Slow Motion". Ya puedes armarte de paciencia que hasta para servirte un café necesitan 10 minutos. Eso sí, el café es magnífico.

Nada me hacía sospechar la primera tarde, cuando en apenas una hora tenía ya mi tarjeta de teléfono italiano, indispensable para sobrevivir. Primer objetivo, cumplido.

Y llega el Lunes, donde gracias a la seguridad de la Banca Online casi me quedo sin las llaves del piso. Puedo dormir en la calle, pero eso sí, mis ahorros estarán a buen recaudo en sus unidades virtuales. Suspiramos y seguimos. Y es que no hay nada más descorazonador que una nevera vacía. Bueno sí, una copa sin hielos, pero eso tiene peor solución. Tan desoladora era la imagen que volví a los brazos de mi habitación de hotel para disfrutar en ella de una segunda noche.

No se como debí organizarme el día de ayer que al final acabé en un Decathlon buscando sabanas. Y como he ido haciendo hasta hoy, tan pronto buscaba sábanas como me acordaba que no estaría mal llenar la despensa. Y eso implica buscar un sitio donde tengan con que llenarla. Y amigos, resultó que ese sitio no estaba precisamente cerca. Después de cruzar Milán cargado como una mula con remolque, he buscado y buscado remedios, ya os los contaré a su debido tiempo.

El caso es que aquí me encuentro, tras una siesta de dimensiones épicas, a falta solo de unas sábanas y unas toallas para estar oficialmente instalado. Y es que Ikea, siguiendo sus costumbres, solo instalan sus tiendas a mas de 20km del centro de cualquier ciudad, y aquí no van a ser menos. Podría haber solucionado ese "Match Ball" esta mañana, pero como ya os he dicho, aquí la gente se mueve a velocidad x0,3 y la administración pública atiende a dicha premisa.

Y es que tras planchar la cara contra la almohada (sin funda) alrededor de las 6 a.m. esta mañana, a las 10 estaba en la oficina de turno para obtener un documento indispensable para ser alguien en Milan, el codice fiscale. Y si me lo hubieran dado, pues todavía hubieras merecido la pena dormir sin sabanas, pero noooooo, no me lo iban a dar la primera, quien me creo yo que soy.

Así que volveremos mañana a seguir dando calor, pero esta vez más temprano. Y es que no voy a cometer el mismo error que ayer. Esta noche, en vez de volver a casa a las 6 de la mañana, voy a ir directamente a la oficina, para no esperar cola. Y así además no vuelvo a dormir sin sábanas. Dos pájaros de un tiro.


JG Dixit

jueves, 25 de septiembre de 2014

3 días

Apenas 3 días...

Quién me iba a decir hace 3 meses que llegaría esta fecha, cuando empezaba a disfrutar los sabores del verano. O hace 1 año, cuando rellenaba ilusionado y ya casi de memoria la solicitud que año tras año he subido a secretaría. O incluso hace 5 años, cuando inconscientemente mi sueño internacional nació. El caso es que solo quedan 3 días...

Quiso la casualidad que me enterará de que definitivamente me iba a estudiar fuera una calurosa tarde de Julio, con el viento llenando las velas y las olas del mar de salpicando la regala del barco. Fueron 30 minutos de deambular como un niño al que acaban de darle el juguete que se le ha antojado en ese momento. Después, Ibiza me obnubilo con su cielo estrellado, sus aguas cristalinas y sus playas de fina arena color crema.

Pasan los días y no cambió absolutamente nada, seguía aquí, con los amigos de siempre, con los planes de siempre, las fiestas de siempre. A veces incluso llegaba a olvidar que a partir de Octubre mi futuro académico no pasaría más por las transitadas calles de Madrid.

Pero amigos, las noches caen una tras otras y las primeras decisiones empiezan a ayudarme a recordar. Dejar mi plaza de garaje de Madrid fue la primera dulce bofetada. Ese rincón de Madrid donde más de una cabezada he echado, dejaría de pertenecerme a partir del 1 de Agosto. Esa bofetada debería de haber seguido con otras dos, aprender italiano y estudiar ética, las cuales he conseguido esquivar hasta estos días.

Llega septiembre y con ello el comienzo de las clases a las que nunca volveré a ir. Sigo sin darme del todo cuenta que me voy, ¡me voy! Pero aunque no quiera, hay cosas que no se van a hacer solas. ¡Pues tarde me he dado cuenta! Del calendario se cae el 14 de Septiembre como una hoja seca y pregunto porque no están hechas todas esas cosas que debería haber hecho. En fin, ¿en algún sitio tendré que dormir allí no?

No os voy a contar en que se convirtió la búsqueda de alojamiento, el caso es que lo conseguí con 6 días de margen, ¡Todo un récord! Con la cuenta bancaria no ha habido tanta suerte, menos mal que mi impaciente hermana solo ha podido dejar dos semanas de espera para venir a visitarme. Dudo que el hecho de que su amigo italiano viva a menos de 2 horas de mi piso no haya tenido nada que ver. También Fue una bendición que me enterara 16 días antes de irme de que la Tarjeta sanitaria internacional te la envían en solo 10 a casa, magnífico.

El resto de líneas en mi folio de tareas pendientes ya son más banales, renovar las pantallas del casco, preparar mi maleta, preparar una segunda maleta que me llevará mi hermana, buscar donde pasar la primera noche y demás cosas circunstanciales.

Apenas 3 días...

Pues sí, y en estos 3 días pretendo despedirme tranquilamente de todas las personas que considero que merecen ser despedidas. Muy posiblemente me deje a muchas, con lo que a aquellas de las que no me podré despedir, tendréis que venir a visitarme para poder hacerlo adecuadamente.


JG dixit.